No. Hay mucho más en la universidad que solo calificaciones. Siempre fui muy competitivo y siempre quise graduarme en lo más alto de mi clase. Mi primer y segundo año en la universidad estuvieron llenos de noches sin dormir dedicadas a estudiar. Estaba enfocado como un láser. Sin embargo, en mi tercer año, me di cuenta de que debía salir con amigos, que mi vida no debía girar en un Honor Latino adjunto al final de mi carrera. Mi promedio de calificaciones se desplomó. Pero fue para bien. Comencé a leer libros sobre otras materias fuera de mis especialidades, lo que amplió mi conocimiento aún mejor que cuando estaba estudiando y terminando las tareas furiosamente. Aprendí sobre la vida y superé la insuficiencia financiera y los problemas familiares. Empecé a mirar todo desde una perspectiva diferente. Después de todo, la escuela solo representa una fracción de nuestros éxitos y fracasos.
Por supuesto que me gradué cum laude. Pero pude experimentar la emoción que debería haber perdido si hubiera apuntado a un summa, emociones que me enseñaron lecciones de por vida que no se pueden aprender con el objetivo de la perfección académica.