En realidad, no creo que las nalgadas sean necesarias, pero sí creo que la disciplina lo es. Fui azotado cuando era niño, pero puedo contar por un lado la cantidad de azotes que recuerdo, y puedo recordar muchas otras formas de fundamentos de disciplina, privilegios quitados, etc. Todas mis disciplinas se dieron con amor y con una explicación, y el castigo siempre se ajusta al crimen.
Creo que el problema para todos los delincuentes juveniles no es que los padres no peguen, sino que los padres dejaron de disciplinar. Muchos de los libros de crianza de los hijos que rechazaron las nalgadas como erróneas impulsaron que un padre debe razonar con un hijo. Sin embargo, la ciencia ha demostrado que debido al desarrollo del cerebro, es imposible razonar con un niño de cuatro años. Un niño de cuatro años todavía está desarrollando el concepto de causa y efecto y los comienzos de comprender la empatía. Solo la disciplina, que causa dolor al niño de cuatro años (y por dolor, no me refiero necesariamente al dolor físico) le enseña lo que está permitido. El dolor mental, en forma de estar separado de lo que quiere hacer al ser puesto en su cuna durante un tiempo de espera o ser mantenido en una silla, puede ser tan efectivo como un “estallido” en la pierna. La clave es que el niño comprende que hay repercusiones en lo que hizo.
Como mis padres me azotaron cuando era niño, azoto a mis hijos. Sin embargo, mis padres eran judiciales con una paliza y siempre implicaba una discusión tranquila de lo que hice y por qué estaba mal. En momentos en que estaba siguiendo la línea de comportamiento permisible, la amenaza de una paliza fue suficiente para hacerme retroceder. Sin embargo, la amenaza de una conexión a tierra (que también se usó) o la amenaza de la pérdida de un privilegio (que también se usó) también fue suficiente para hacerme retroceder. No puedo decirte la última vez que azoté, castigé o le quité el privilegio a cualquiera de mis hijos, ya que saben que desde que lo hice una vez, lo volveré a hacer. Entonces, cuando intentan seguir la línea, y les advierto que el comportamiento se está volviendo inaceptable y la disciplina potencial, saben que seguiré adelante si es necesario. De esta manera, aprenden qué es el comportamiento permisible en la sociedad y qué no. También aprenden a controlar sus instintos más bajos ya que hay repercusiones si no lo hacen.
En resumen, el problema no es si azotar o no. Más bien, es si un padre disciplina o no. La disciplina toma muchas formas. La consistencia en la disciplina genera ciudadanos respetuosos y respetuosos de la ley. No disciplinar no. La falta de consistencia no lo hace.
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