Esto depende, y en general diría que no, pero para llegar a una respuesta genuina creo que es necesario pensar en la historia como un argumento sobre el pasado, presentado en forma narrativa.
El relato de cada historiador del pasado (y por lo tanto, la historia) diferirá del relato de otro historiador. Es una característica inevitable y necesaria de la disciplina. Si la versión está “deformada” e “interesante” o no, entonces depende de la subjetividad del destinatario.
En otras palabras, si la historia es interesante o distorsionada depende de la opinión del historiador, la opinión del miembro de la audiencia y, en menor grado, la capacidad dramática del instructor para captar el interés y la atención de su audiencia. De hecho, algunos historiadores a menudo se quedarán cortos en este último punto, y aunque pueda parecer injusto, argumentar sobre la relevancia de la historia implica necesariamente ser capaz de captar la atención y el interés de su audiencia. De lo contrario, ¿de qué sirve la historia si cae en oídos sordos?
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