Desde hace bastante tiempo, me interesa un conjunto de suposiciones ampliamente sostenidas por el profesorado sobre la necesidad de afirmar el control al comienzo de un curso. El argumento es más o menos así: cuando comienza un curso, el maestro necesita establecer las reglas y establecer claramente quién está a cargo. Si el curso va bien, lo que significa que los estudiantes acatan las reglas y no desafían la autoridad del maestro, entonces el maestro puede relajarse gradualmente y ser un poco más flexible acerca de las reglas. La razón detrás de este enfoque se basa en la suposición de que si un maestro pierde el control de una clase, es muy difícil recuperar la ventaja. En estos casos, los comportamientos de los estudiantes han comprometido el clima para el aprendizaje tan seriamente que el maestro tiene la responsabilidad ética de intervenir y reafirmar el control.
La nación necesita un sistema educativo que entusiasme y estimule a los niños, proporcionándoles el aprendizaje que necesitan y merecen para alcanzar su potencial. Esto significa proporcionar un plan de estudios de aprendizaje práctico y profesional junto con el estudio teórico.