Siéntelos en un lugar neutral (NO en su restaurante o parque favorito) y dígales la verdad en palabras que sean apropiadas. FYI: nunca lleves a un niño a un lugar favorito para darles malas noticias. Siempre pueden asociar el lugar con las noticias y se arruinará para ellos.
Por ejemplo, cuando la gata estaba enferma de cáncer, le explicamos a nuestra hija de cuatro años que la gata estaba enferma y con dolor y que no había nada que pudiéramos hacer para que se sintiera mejor. Cualquier tratamiento la alteraría y le causaría más dolor y ella no entendería que estábamos tratando de ayudarla. Le dijimos que la llevaríamos al doctor de gatos que le daría una inyección para que se durmiera, y luego otra que la haría morir.
No le dijimos que el gato se escapó, fue enviado a una granja o incluso que fue “puesta a dormir”. Le dijimos que se estaba muriendo y que queríamos detener su sufrimiento.
Luego respondimos cualquier pregunta que tenía. Le dijimos que estábamos tristes y que extrañaríamos al gato y que estaba bien estar triste. Después, hablamos sobre el gatito y lo amable que era y cuánto la extrañamos. Le enseñamos el proceso de duelo y duelo y esa pérdida es parte de la vida.
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Actualización: Wow, estaba limpiando mis archivos y resulta que no tenía dos años cuando tuvo que dejar al primer gato. Era bastante verbal y habría notado que el gato se había ido. Después de que ella murió, él declaró varias veces durante los siguientes meses que la echaba de menos. Tenía cuatro años cuando el segundo gato tenía cáncer y tuvo que dormir mientras estaba en el preescolar.