La Pascua pasada, le pregunté a mi hija (7 años) si quería obtener huevos y dulces del Conejito de Pascua como de costumbre, o si prefería ayudar a “ser” el Conejo de Pascua.
Estaba encantada con la idea de “ser” el Conejito de Pascua, y con la confianza y responsabilidad que eso conlleva. Ella se tomó el trabajo muy en serio, eligió los dulces favoritos de su hermano y escondió los huevos para que él los encontrara (tiene 3 años). Ella no reveló el secreto, sino que disfrutó viendo su emoción cuando encontró sus huevos y comió sus dulces. Ella experimentó la alegría de dar sin condiciones. Fue realmente hermoso.
Este invierno también la invitaremos a ayudar a “ser” Santa, escogiendo regalos pequeños y secretos para poner en las medias de nuestra extensa familia. Tan pronto como su hermano muestre algún indicio de comprender lo que está sucediendo, o cualquier interés en descubrir lo que realmente está sucediendo, lo invitaremos a unirse a nosotros también.
Es el verdadero espíritu de la Navidad, dar sin ninguna expectativa de retorno, simplemente porque quieres ver la alegría en la cara de otra persona.
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