Gracias por la A a la A.
La respuesta es: ¡aire!
Ambos motores necesitan oxígeno para la combustión de los combustibles que transportan. En ambos motores, la combustión produce gases con alta energía que se expulsan del tubo de escape.
En los modernos motores a reacción de turboventilador, utilizados en transportes civiles, los gases de combustión están hechos para impulsar turbinas, que hacen girar los compresores, que llevan aire al motor y lo presurizan antes de la combustión. Pero justo en frente del compresor delantero (hay dos compresores en los motores modernos, y tres en la familia Rolls-Royce Trent) hay un ventilador de gran diámetro, accionado por ese mismo compresor. El aire absorbido por el diámetro exterior del ventilador se expulsa inmediatamente por detrás a través de una abertura conocida como boquilla de ventilador. Esta cantidad masiva de aire a baja velocidad es lo que produce la mayor parte del empuje (alrededor del 90% en la actualidad) en los motores comerciales modernos. El resto del empuje proviene del escape de chorro de alta velocidad en la cola del motor.
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En cualquier motor a reacción, el oxígeno necesario para la combustión del combustible proviene del aire atmosférico.
Los cohetes tienen un propósito diferente. Se espera que entren en los confines de la atmósfera, o incluso más allá. En esas circunstancias, no hay suficiente oxígeno disponible en la atmósfera para la combustión, por lo que los cohetes transportan su propio oxígeno junto con el combustible.
En la industria aeronáutica, el problema del vuelo a alta velocidad fue de interés relativamente académico hasta mediados de la década de 1930. Dos desarrollos técnicos de los años inmediatamente anteriores a la guerra pusieron el área en el centro de atención. El primero fue la aparición del motor a reacción. El segundo desarrollo, la introducción de un caza monoplano potente y aerodinámico, trajo una serie de misteriosos accidentes que involucran inmersiones a alta velocidad. El fenómeno se conoció como compresibilidad: ondas de choque de aire comprimido que hacen que la célula se desintegra. Los primeros indicios de tales accidentes se remontan a 1937 con el Messerschmitt Bf 109.
Finalmente, los científicos identificaron la razón del problema. Nació el nombre de “barrera del sonido”, en realidad se consideraba como una barrera física real que tendría que ser superada. Igualmente importante, la barrera también era psicológica: había muchas voces que argumentaban que el vuelo supersónico sería imposible.
Para investigar el área, los gobiernos británico y estadounidense decidieron desarrollar aviones de investigación especializados que se utilizarían como laboratorios voladores, para registrar y tomar datos sobre las condiciones de flujo a velocidades transónicas. En efecto, estos aviones iban a ser herramientas de investigación utilizando el cielo como laboratorio.
Chuck Yeager es famoso por explotar el desierto de California hace 60 años en el primer vuelo supersónico del avión experimental de cohetes Bell XS-1 (más tarde X-1). Este era un avión propulsado por cohete.
La fotografía más famosa de todas muestra el X-1-1 Glamorous Glennis en altitud con el motor del cohete encendido, mostrando diamantes de choque visibles en el aire. Chuck Yeager está en los controles, y la fecha es octubre de 1947.