Lo que pasa con aprender a programar es que es muy parecido a aprender a leer o hacer matemáticas. No estamos pidiendo a los alumnos de segundo grado que resuelvan ecuaciones cuadráticas o lean a James Joyce y tampoco deberíamos pedirles que escriban un sistema de gestión de contenido en Java.
A medida que más y más de nuestra vida personal, profesional, social y económica tenga lugar en una computadora, ya sea una computadora de escritorio o un teléfono móvil, será cada vez más importante que tengamos una comprensión profunda de cómo funcionan. Incluso si un niño nunca planea ser un programador profesional, poseer una familiaridad con el pensamiento computacional y el funcionamiento del software les dará una mejor comprensión del mundo en el que vivimos. Ya les pedimos a nuestros hijos que lean una gran literatura incluso si no tienen ambición ser escritor y aprobar Precálculo incluso si una carrera en matemáticas no está en las estrellas para ellos.
Además, si planeamos mantenernos competitivos con China e India durante el próximo siglo, tendremos que invertir en nuestros hijos desde el principio.
Dicho esto, tiene menos que ver con si debemos comenzar a enseñar o no y más con cómo hacemos para enseñar. Hay algunos lenguajes de programación amigables para los niños (por ejemplo, Scratch y Alice), pero aún queda mucho trabajo por hacer cuando se trata de la pedagogía de enseñar conceptos de programación a los estudiantes.
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El tercer o cuarto grado es un buen momento para comenzar con Scratch o Alice. La mayoría de los niños deberían poder entender los conceptos matemáticos básicos y leer las etiquetas en la pantalla. A partir del quinto o sexto grado, nuestras escuelas deberían centrarse en la programación básica y el diseño web.