Cada maestro es un individuo, como lo es cada estudiante. Después de haber enseñado, puedo compartir algunos de los comportamientos que asocio con buenos estudiantes a quienes he respetado.
Primero, asisten a clase. Parece una tontería decirlo, pero estaba muy consciente de las ausencias de los estudiantes.
Segundo, los estudiantes que he respetado tomaron notas.
Tercero, se sentaron con una postura corporal que comunicaba atención y entusiasmo.
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Cuarto, contribuyeron con sus comentarios de manera cortés, respetuosa y relevante. Podía pasar por alto ocasiones en que los estudiantes no eran educados conmigo, pero la descortesía hacia los compañeros de clase traería consecuencias. El desacuerdo siempre se permitía, si se hacía con respeto por los demás.
Quinto, me di cuenta de que hicieron las lecturas. Esto es más difícil de falsificar de lo que los estudiantes imaginan.
Sexto, no tenían sus periódicos, tejer o artículos electrónicos fuera.
Existe la teoría de que los mejores estudiantes se sientan cerca del frente de la clase y cerca del centro de la sala de derecha a izquierda.