Muy pocos maestros esperarían tener una clase de estudiantes que sean igualmente brillantes e incansablemente entusiasmados con cada aspecto de un curso. Incluso en una clase electiva, los estudiantes llegan con diferentes niveles de habilidad y motivación.
Los estudiantes que persisten demuestran al maestro aquellas áreas donde el maestro puede necesitar emplear enfoques alternativos en el proceso. En las discusiones en clase, el estudiante que lucha puede ser el catalizador de la bondad y el aliento de otros estudiantes.
Los mejores estudiantes llegan a cada clase seguros y fuertes, listos para aceptar lo que la clase conllevará. Se necesita mucho valor y valentía para presentarse de manera consistente cuando se sabe que es el estudiante más débil de la clase, que ha puesto toda su energía en la tarea y no ha logrado cumplir con sus propias expectativas. Cuando ese estudiante con dificultades pide y acepta ayuda, toda la clase se beneficia.