Mi opinión es que los maestros excepcionales son excepcionales porque forman relaciones con cada uno de sus estudiantes y hacen lo que sea necesario para ayudar a cada uno a aprender a aprender.
Desafían a sus alumnos al punto del fracaso y los ayudan a aprender cómo recuperarse de él, y a extraer la mayor cantidad de información útil posible del fracaso.
Los maestros excepcionales tienen una curiosidad infinita e infecciosa.
No tienen problemas de poder. Se consideran sirvientes de sus alumnos y no al revés.
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Los maestros excepcionales no se inmutan por las brechas en su propio conocimiento. Les gusta decir: “No sé” y están encantados de aprender junto con sus alumnos.
Los maestros excepcionales se responsabilizan por cada alumno. Nunca dicen: “Oye, lo intenté. Simplemente no quería aprender”. Las enseñanzas excepcionales nunca imponen actividades a sus alumnos.
La fragmentación es solo una de las muchas herramientas pedagógicas que, a veces, tiene sus usos.