Definir una métrica es la parte fácil. La parte difícil es atribuirle un valor. No creo que esto sea algo que los planificadores centrales harían bien.
Mira cómo tratamos cosas como esta en otros lugares de la vida económica. ¿Cómo decidimos cuánto, digamos, cobran los abogados? ¿O profesores de piano privados? ¿O proveedores de guarderías? O electricistas? Sí, la habilidad importa. La reputación importa. La calidad importa. La experiencia importa. Muchas cosas importan. Pero no definimos un montón de métricas y llegamos a una fórmula rígida para definir el precio para los profesores de piano. Permitimos que los consumidores tomen una decisión informada, mirando cualquier información cualitativa y cuantitativa que deseen ver, y hagan sus elecciones en consecuencia. Los proveedores de servicios que tienen la mayor demanda pueden tener una tasa más alta. Aquellos con menor demanda pueden necesitar bajar su tasa para hacer negocios. La calidad importa. Pero el mercado libre acomoda esto naturalmente, sin la necesidad de controles de precios centralizados.
Una propuesta radical: eliminar la licencia de maestro de un solo estado a favor de la portabilidad total de las credenciales de enseñanza. Haga que los padres asuman un papel más activo en el reclutamiento de maestros para sus sistemas locales. Si los padres piensan que la robótica es una materia que sus hijos deberían estar estudiando, entonces dejen que ellos, y otros padres con intereses similares, asignen una parte de los fondos de sus vales escolares para traer un maestro experto en ese campo. Este podría ser un puesto de visita, solo por un año. Podría ser a más largo plazo. Podría ser una clase de educación a distancia. Deje de pensar que el personal docente está limitado a un cuerpo inflexible de maestros titulares que trabajan para un contrato sindical.
Esencialmente, desacoplar el edificio escolar proporcionado por el gobierno, una instalación donde se brindan servicios educativos, del personal docente. En este momento estamos en la posición de una biblioteca pública donde es ilegal traer su propio libro para leer. Desacoplemos la instalación de los instructores y conviértala en una verdadera meritocracia basada en el mercado con los padres en el asiento del conductor.
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O míralo desde la otra dirección. Imagina si necesitaras un plomero. En lugar de poder comparar entre plomeros, de acuerdo con la reputación, la experiencia, el precio y elegir el que mejor se adapte a sus necesidades, se vio obligado a utilizar cualquier plomero que el gobierno decidió contratar, y ese plomero trabajó de acuerdo con un contrato sindical que impidió a mejores fontaneros se les paga más y a los peores fontaneros se les paga menos, y de hecho evitan que se despidan a los fontaneros malos. ¿Sería esto remotamente aceptable?