La escuela secundaria es un infierno para los estudiantes, pura y simple. Desde el primer día, los estudiantes se ven envueltos en un mundo de rutinas confusas, mayores demandas académicas e complejas interacciones sociales. Y además, en algún momento del proceso, su cuerpo se volverá loco, ya que la pubertad cambia sus cuerpos, sus emociones y la forma en que sus compañeros los ven.
Creo que este proceso es especialmente difícil para las niñas. Las niñas son inherentemente más sociables que los niños y dependen mucho más de las relaciones entre pares para su propia imagen, orientación sobre cómo actuar y estabilidad emocional. Esto, junto con la intimidación que aún existe, puede hacer que algunos estudiantes se suiciden. Nosotros, como educadores, estamos tomando medidas para minimizar el impacto del acoso cibernético, pero sigue siendo un desafío emocional y físico que los estudiantes tienen que cruzar.
Nosotros, como maestros, podemos actuar como modelos a seguir, entrenadores y consejeros. Podemos mantener nuestros ojos bien abiertos para detectar problemas temprano y siempre hacer preguntas. A menudo me considero un salvavidas en una playa muy hostil, tratando de mantener a todos los nadadores seguros mientras aprenden a nadar.
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